viernes, 3 de abril de 2009

Valencia por Sabrina Molinari




Valencia, valencia
Barrio Benimaclet
El tiempo transcurre lento, sin complicaciones, las ciudad está dormida de 2 a 5 de la tarde, cuando todo mundo va a comer y a tomar las siesta.
La gente sale a pasear, y a interactuar con otras personas, sobre todo los viejos. En este barrio hay mucha gente mayor, jubilados, que salen de sus casas y se sientan en los bancos de las aceras a tomar el sol, y a hablar con desconocidos, con quien se deje, quien quiera que sea que los saque de su monotonía de día a día.
Al fondo de la calle hay un solar, unos campos de cultivo, justo al pasar por ahí se divisa un anuncio que dice: Prohibido tirar escombros, sanción máxima. Y sin embargo la gente tira cualquier cantidad de cosas, no solo escombros sino también muebles viejos, sillas rotas, televisores, alfombras, todo aquello que ya no les sirve y no quieren en sus casas. Es la cultura del desperdicio, a veces se desasen de cosas que todavía sirven, y si son egoístas las rompen antes de abandonarlas, para que nadie más las use. Otros simplemente las dejan ahí, y habrá otra gente que se las lleve si están en buen estado.
Esto no solo se ve en el solar sino en toda la ciudad, en los callejones, a veces inclusive a la mitad de la calle, o cerca de los contenedores de basura. La diferencia tal vez, es que se percibe mas en el solar por ser un espacio abierto, sin construcciones. Es un lugar agradable a pesar de estar siempre lleno de basura, y de cosas rotas y viejas. La gente esta tan acostumbrada ya, que a nadie la interesa y pareciera que nadie se queja a pesar de que es un lugar por donde pasa mucha gente, todos los días salen a caminar y a pasear a sus perros, y se sientan a conversar encima de un ducto de la cañería, mientras los perros juegan con botellas vacías de refresco.
Y así pasan los días, aparecen muebles viejos en la calle, algunos se quedan por semanas o meses y algunos otros van desapareciendo y se los llevan a algún otro lugar. Los que todavía están buenos los arreglan y los venden y los que no, quedarán olvidados en alguno rincón ajeno a las miradas de los transeúntes.

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