sábado, 21 de marzo de 2009

Del D.F. a Oaxaca Por Laura Etel






Una ciudad que había conocido desde niña, los primos, las vacaciones, los juegos. Subiendo y bajando pirámides, explorando los recovecos, recorriendo las calles empedradas y los edificios coloniales que todavía convergen con la cultura zapoteca y mixteca. La diversidad de gente, lenguas y tradiciones, me hicieron sentir Oaxaca como un paraíso, al que siempre quise regresar.
El tiempo y las circunstancias, me devolvieron a esta ciudad no como una turista más, sino como una residente. Ahora, bajo otra visión, percibo la ciudad no sólo como esa belleza arquitectónica y cultural, sino también como una ciudad de resistencia. Es evidente la desigualdad social. La pobreza y carencia de justicia. La constante emigración indígena a la gran urbe en búsqueda de trabajo y la creatividad por su parte para generarlo.
A través de está postal quiero mostrar el otro lado de Oaxaca, a mi parecer también bello, por ser una lucha del pueblo por mantenerse en pie a pesar de todas aquellas trabas raciales y gubernamentales.

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